viernes, 25 de marzo de 2011



Que después se pasa y todo eso. Pero hay un momento en el que estás ahí parado, bien serio, frente al espejo del baño, repitiendo frases que no te atreverías a decir a otra cara que no fuese tu propio reflejo, arrinconado como un bicho, viendo como la vida te quita la vida a golpe de silencios y oscuros; y entonces miras tu pintura, o tu mancha de café, y te parece ver al diablo riéndose de ti. O riéndose, simplemente. 


Y, en fin,


que el tiempo es un malentendido.